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El día que la fuerza me acompañó

EL CORAZÓN DE UNA CULTURA. Fanáticos del ánime, los cómics, los videojuegos, el k-pop, las sagas de películas y todo tipo de corrientes de la cultura popular tienen en Lima un lugar a la medida de sus gustos más rebuscados: el Centro Comercial Arenales

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Danny Arenas

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@danny.arenas

22 Noviembre, 2022

Era un sábado prometedor, el sol brillaba desde temprano, y el sonido de las palomas muy cerca a mi ventana, indicaba que era momento de levantarse de la cama. Una noche antes mientras dormía, soñé con un universo, una galaxia, y con ello muchas naves de guerra, tratando de forjar un imperio. Sentí que todo era un complot y que todo estaba alineado para que ese día fuese especial.
 

Desde los ocho años de edad, mi padre me contaba mucho acerca de historias, cuentos, fábulas, y películas. Ahí fue que despertó mi interés por el mundo de Star Wars. Eran horas y horas, que mi padre me contaba acerca de la galaxia, y es por eso que siempre soñé con tener un sable láser o un droide R2-D2, como lo tuvo el gran Anakin Skywalker. 


Aquel sábado en el centro comercial de Arenales, se desarrollaría una importante feria de la galaxia, en donde se impulsaría con mayor importancia el mundo de Star Wars, así que todo tenía que estar bien y en perfectas condiciones.


En mi desayuno, decidí tomar un refrescante jugo de naranja, acompañado de un delicioso sandwich. Tal merienda, tenía que ser ligera para que, horas más tarde, pueda comer todo lo que tenía planeado,  junto a mi amigo desde la infancia, el siempre conocido “Carlitos”, quien también era muy fan de Star Wars, pero quien además siempre simpatizó y se identificó por el lado oscuro de la fuerza.
Salimos desde mi domicilio, ubicado en el tradicional distrito del Rímac, y abordamos uno de los corredores, el cual nos dejaba a pocos metros de distancia con relación a la feria. Como es de costumbre, siempre llegamos un poco antes de dichos eventos, ya que no nos gusta perdernos de ningún detalle. 


Ese momento en el que llegamos, siempre será épico para mi, jamás lo olvidaré, ya que a los segundos antes de  ingresar a la tienda, sonó el intro de la canción oficial de Star Wars, esa canción que a muchos ochenteros, noventeros e incluso a millennials, hizo ilusionar que en alguna galaxia existía otra vida, y que también había una  guerra entre jedis y siths.


Literalmente, sentí algo en el corazón, no sé cómo podría describir ese sentimiento, pero sí puedo afirmar que aquel afecto fue de emoción y bonitos recuerdos.
Ya adentro, todo era una especie de magia, la mayoría de las personas quienes se habían dado cita ese día, estaban vestidas de alguien representativo a las películas. 
Por supuesto, yo había ahorrado bastante dinero para aquella ocasión, y apenas pude, me compré un sable láser, y una capa que me hacía parecer un jedi. 

Mientras caminaba, junto al buen “Carlitos”, vimos la vestimenta del gran maestro jedi “Obi-Wan Kenobi”, y también la vestimenta del poderoso y siempre temido “Darth Vader”. Así que nos miramos, y no la pensamos dos veces, al ingresar preguntamos acerca del precio, nos pareció justo el monto, entonces accedimos a comprarlas. Durante toda la caminata, estuvimos con nuestro traje. Además, compramos diferentes accesorios, entre ellos, los famosos funkos de nuestros personajes favoritos de Star Wars. Hicimos una parada para almorzar, ese día se almorzó los ricos y deliciosos “Corndogs”, acompañados de una bebida coreana, que a decir verdad, nos encantó.
 

Continuando con nuestro recorrido, la tarde terminaba, y aún tenía dinero para gastar. De pronto, mis ojos vieron una obra de arte, al frente mío, se encontraba  un R2-D2. Rápidamente cuestioné por el precio, escuché el monto, y hoy  me permito escribir estas líneas sin un R2-D2 a mi lado. El valor de ese droide era muy elevado para lo que tenía en mi billetera, por tal motivo no pude comprarla.


Hasta el día de hoy, me quedo con el resentimiento de no haber podido conquistar a uno de mis droides favoritos, pero estoy seguro que en una próxima ocasión en la que regrese, me lo traeré a casa. 
Fue así, como terminó uno de los días más espectaculares y grandiosos de mi vida, en los que realmente me sentí en otra galaxia.

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